Esther Ballestrino

Itapúa

Nació el 20 de enero de 1918 en Encarnación[1], Paraguay. Como muchas de las primeras mujeres profesionales del Paraguay fue primero maestra normal, luego estudió para ser bioquímica farmacéutica.

Activista política desde muy joven, con seguridad el espíritu que trajo la revolución febrerista de 1936 con sus consignas del sufragio para las mujeres, fue determinante. Los años entre 1940 y 1947 fueron muy duros en el Paraguay, bajo la dictadura del Gral. Morínigo los partidos políticos no colorados estaban proscriptos y sus líderes exiliados. El pacto político del gobierno en la llamada Primavera Democrática (1946) encontró a Esther junto a otras mujeres militantes de los partidos liberal, comunista,  colorado y del movimiento febrerista fundando la Unión Democrática de Mujeres en diciembre de ese año. Sin embargo, esta asociación política se vio fracturada con la cruenta guerra civil de 1947.

Esther, al igual que muchas y muchos paraguayos marcharon al exilio, participando en Argentina del complejo proceso de ese país en movilizaciones sociales durante el gobierno del General Perón. Se casó con Raymundo Careaga, dirigente del movimiento febrerista y tuvieron tres hijas Esther, Mabel y Ana María.

En 1951 fue una de las fundadoras, en el exilio, del Partido Revolucionario Febrerista (PRF) en Buenos Aires.

Tras la detención de su yerno y de su hija Ana María de 17 años en 1977, Esther inició una búsqueda incansable, contactando con familiares de otros presos y desaparecidos, transformándose así en una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, desafiando la dictadura civico-militar argentina y exigiendo la recuperación con vida de su hija y de otros detenidos políticos.

Tras tres meses de torturas, su hija Ana María fue liberada y la familia decidió exiliarse primero en Brasil, pero luego en un país más seguro, Suecia. Sin embargo, pocos meses después Esther decidió volver a Argentina para seguir la lucha con sus compañeras madres que tenían hijas e hijos desaparecidos, a pesar del contexto represivo. Muchas testigos recuerdan las palabras de Esther: “¿Y los otros? Mi obligación es estar acá. Voy a seguir hasta que los encontremos a todos”.

El 8 de diciembre de 1977 fue secuestrada junto a otras mujeres del movimiento de Madres de Plaza de Mayo, en los jardines de la iglesia de la Santa Cruz en la ciudad de Buenos Aires y trasladada al centro clandestino de detención que funcionaba en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA) donde permaneció sometida a torturas durante unos diez días. Se estima que entre el 17 y el 18 de diciembre, Esther, junto con otras compañeras, fueron arrojadas al mar en los “vuelos de la muerte”. Su cuerpo fue encontrado el 20 de diciembre de 1977 en una playa de la provincia argentina y enterrado, junto con otros, como NN.

Recién en 2005, con una orden judicial, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) realizó la exhumación de los cuerpos e identificó los restos de Esther. Veintiocho años después de su tortura, asesinato y desaparición, Esther Ballestrino fue enterrada en la Iglesia Santa Cruz, en Buenos Aires, junto con otras madres secuestradas con ella.

Esther quien ha sido constantemente referenciada por el actual Papa Francisco, fue su jefa en los Laboratorios Hickethier y Bachmann cuando Bergoglio entró a trabajar, como técnico químico, a los 17 años. Luego de que Francisco eligiera el camino del sacerdocio, la relación con su jefa se transformó en una leal amistad. La historia de vida de Esther y sus convicciones dan cuenta del gran aporte a los derechos de las mujeres y a la democracia. De una ética y moral manifestada en su lucha incansable por la búsqueda de su hija y de otras personas desaparecidas, un precio que pagó con su propia vida. Hoy, la escuela de formación política del Partido Revolucionario Febrerista lleva su nombre.


[1] Otras fuentes señalan que nació en Uruguay y vino muy pequeña a Paraguay. Sin embargo, según testimonio de sus hijas, la misma nació en Encarnación, Paraguay.

Redacción: Marcella Zub

Revisión y edición: Ana Barreto Valinotti

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